Unas veces eres una espora.
Otras te abres y cierras,
punzas como un erizo.
Te estiras y encoges.
Tus piernas son tentáculos.
Siempre húmeda, siempre mórbida
Escurres y enredas.
Una almeja. Líquido tibio.
Corazón lechoso.
Pones tus piernas como rémora a mi cuello.
Lenta, eterna y mueves el cuerpo siempre mucilago.
Te adhieres a mi ombligo sanguijuela dorada te sigo en el ritmo que impones.
Enróllate serpiente de agua y suena en mi estómago.
Que en la quimera de morir ahogado sea tu dedo él que se
remueve en mi paladar.