Odiaba tanto irse a dormir a lado de aquel cuerpo, pero sobre todo la desesperaba la fría suavidad de aquellos pies que se acercaban cada noche a los suyos, ya fuera como breve caricia antes del sueño o como preludio de la escena erótica que desde hace meses repetían:
Él aproximaba su boca a la oreja de Lucía, saliva y aliento se encargaban de reblandecer desde ahí, el ánimo de ella. Luego, los grandes pies de él rozaban delicadamente los pies de ella. No había entonces pretexto para evadir el silencio y la oscuridad en aquel cuarto.
Todo en él poseía un toque áspero, rudo. Menos sus pies. Quizá lo que aborrecía Lucía, eran esos contrastes en la personalidad de él, que a ella, tan llana y gris, le parecían extraños.
El chasquido de su lengua por el exceso de saliva al besarla, era tan contrario a la sutileza de sus pies acariciándola. La fuerza de sus manos y cuerpo atrapándola por la espalda, embistiéndola, era tan opuesta a la debilidad de su voz dulce y trágica.
Cerrar los ojos funcionaba a veces, entonces todo era como ella imaginaba: una boca pequeña, unas manos suaves, unos pies cálidos, pequeños, blancos, blancos y con la uñas perfectamente pintadas.
Lucía Kay
hermoso...ha pasado...
ResponderEliminarMierda, como cagan los defectos del otro. Aunque a veces, con el tiempo, terminas adorando lo que antes te incomodaba... ¿grandiosa profundidad del humano? Te mando un abrazo Tere, soy tu fans.
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