2009-01-18

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Abro los ojos y me encuentro a oscuras. Creo que aún es de noche. El dormir encerrado me ha dado esa mala costumbre de perder la noción del tiempo.

Todos los días dejo la luz prendida del cuarto de baño, sólo por si acaso, por si lo veo, por si consigo saber quién es el que me observa mientras duermo. He sentido su presencia pero nunca nos hemos conocido.

Después despertar y tener un momento de pereza recostado sobre mi cama, decido levantarme. No lo consigo, mis pies y el resto las partes de mi cuerpo son tan pesados que ni siquiera puedo mover alguno de mis dedos, ni siquiera los siento.

He decidido calmarme, serenarme, no alterarme. Por mi edad yo sabía que podría pasar, debe de ser normal. A alguien como yo debe pasarle esto casi todos los días. Después de un tiempo y una alta concentración, consigo mover los dedos de mis pies.

Mis pies se tocan pero están fríos. Antes de despertar debí haber conseguido quitarme las cobijas. Ahora recuerdo… ¿y mis calcetines?,¡yo me había puesto calcetines!… ¡¿Quién me quitó los calcetines?!

Del enojo pase al miedo. Era difícil mantenerme tranquilo. De pronto, me invadió un sentimiento de  satisfacción. No podría negar mi buena intuición, sin duda había alguien rondando dentro de la habitación.

Pensé, ¿Quién será esa persona?  ¿Qué quiere?  ¿Robarme? ¿matarme?... no… lo ultimo no…eso lo hubiera hecho hace ya tiempo.

Tienes razón, dijo una voz, pero para eso hay que esperar el momento; esto no es un simple gusto, es trabajo y  a ello hay que dedicarle tiempo.

Hablaba junto a mi oído. Tengo que llenarme de fuerzas, correr hacia la puerta y salir de aquí… Espero no tropezarme. Seguía sin ver nada, ni la lámpara del techo, ni la puerta del baño, ni el contornó de la cortina iluminada por la luz que debería entrar desde la ventana.

Comenzaba a hiperventilarme, pare de momento y afine mi oído. No se escuchaba nada dentro de la habitación, ni los ruidos que comúnmente se cuelan del exterior.

No puedo moverme, no veo nada y hay alguien aquí, viéndome. 

Comienzo a envolverme en mi propia desesperación, mi propio miedo, mi propia angustia, de no saber que será de mi vida, si nadie viene, si no me escuchan.

………

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