2009-06-06

Querido S

Morir no es soltar. Pero no es algo que tú puedas entender. Siempre que hablábamos de la muerte, imaginaba la tuya; y justo cuando dormías, la palidez y la tranquilidad de tus labios me desconsolaban, pensaba entonces que si murieras jamás podría separarme de ti. Me aguantaba la furia y dormía a tu lado.

También te odio, como aguantar tu egoísmo, tu desdén de macho a quien nadie lo merece. Eras un niño triste y por eso cruel. Fueron tus ojos, siempre perdidos, apartados de este mundo los que me hicieron saber que tenías que ser mío, pero jamás pude ser tuya y no se te ocurrió que tenías que irte. Te quedaste a vaciar tu idea de amor, tu rabiosa hombría dentro de mí, y eso no podía soportarlo, ésta es la explicación querido.

Sigues siendo el mismo, yo soy la misma y no me asustas. No escribas más. No hay nada que puedas quitarme porque estemos cerca o lejos ni el odio podrá unirnos.

M

2009-06-02

Rescate


Una decena de lámparas de alto alcance apuntaban a la caja del tráiler, sólo ellas y las sirenas de las patrullas doblegaban el poderío de la noche en el desierto de Chihuahua. Los vigilantes gritaban, pero adentro nada sonaba; ni un susurro, ni un gruñido, ni un indicio que les revelara por qué el conductor huyó tantos kilómetros al marcarle el alto.
Más de 10 candados sellaban el contenedor, los perros ladraban frenéticos. Un agente comenzó a vapulear los sellos con su mazo y al segundo golpe varios gritos ahogados comenzaron a escucharse en el interior.
Uno por uno fueron cayendo destrozados los candados, uno a uno los presentes se sumergieron en un estado parecido a la angustia. Adentro los murmullos se convertían en bufidos, balbuceos que se tornaron en gritos cuando el último cerrojo fue violado y la puerta abierta.
Del interior brotó intempestivo un calor infernal que casi templa la helada noche en el despoblado, vaho y una peste añeja de animales confinados. Un oficial aventó la luz al fondo y antes de que definiera las siluetas, una estampida de hombres y mujeres salió corriendo con tal fiereza que lograron derribar a tres patrulleros.
En segundos los seres del tráiler se esparcieron por el terreno agreste. Los policías montaron vehículos y emprendieron la búsqueda. La vanguardia del convoy logró ver como unos se refugiaban entre montículos enormes de termitas. A esos los agarraron.
Eran ocho, todos descubiertos, sin ropa. Exhibiendo un contundente maltrato y desnutrición. Otro grupo de aproximadamente cinco hombres corrió hacia una pequeña colina, eran muy veloces y las luces apenas y lograban iluminar sus pies o parte de las nalgas mientras escapaban.
Otros uniformados encontraron en el contenedor una alfombra de seres marinados en sudor, confundidos por el hambre y la avanzada deshidratación; ataviados por la falta de oxigeno. Cuatro habían muerto, eran niños, también un anciano.
Poco a poco fueron sacando a los moribundos y colocándolos en filas, tirados en la tierra con las manos atrás. En una hora casi todos fueron atrapados. Temblaban, lloraban, rezaban. Todos despojados de vestiduras, el calor los había obligado a desnudarse. Todos frustrados, el hambre los había obligado a buscar sus sueños en el norte. Todos deslucidos, la migra los entregaría de nuevo a las garras de la miseria.

2009-06-01

Pasado remitente

Morir es soltar. Cortar los lazos, abrir los brazos y liberar. Es como el desamor pero menos doloroso, como una nota ensordecedora sostenida al infinito; por eso quisiera poder accionar un gatillo.
Han pasado 5 años desde que te fuiste, sentada en el auto, sin voltear; con el cabello alborotado por el viento. Aquí las cosas se pusieron feas. Sobre todo en las tardes, cuando aún por inercia quería abrazarte y no estabas.
Debes saber que cambié un poco, ahora te odio. Y te escribo para disparar directo a tus retinas mi furia, pa que sepas que así como hay personas que siempre te amarán; yo lanzaré maldiciones interminables hasta que ya no quede tiempo. O hasta que tu aliento se termine.
Todos los días me despierto y ruego porque un despiadado psicópata te viole veinte mil veces y te desgarre las entrañas; porque te humillen y el mundo te vea en el suelo. Te mereces todas las desgracias y ameritas inventar nuevas.
¿Te acuerdas de ese día en el zócalo cuando no querías hablar conmigo, te seguí, jalé tu brazo y levanté mi puño para romperte el hocico?, ¿recuerdas que luego sentí pena por mi barbarie y te rogué perdón? Pues hoy desarmaría tu rostro contra el pavimento, te quitaría esa mueca de cinismo y la eternizaría en el asfalto, sin ningún reparo.
Me debes mucho, pero por sobre todo una explicación. Tomaste nuestro futuro y calmadamente lo depositaste en el retrete; todo por tu enfermizo afán de cambiar. Pobre idiota, en el fondo eres el mismo ser humano timorato, frustrado y evasivo.
Fueron muchos años de huir, lograste evadirme pero ahora sé donde estás; sé de tu nuevo amor, de tu ridículo intento por enterrar el pasado y negar ante tus nuevos amigos que un día fuiste como yo.
Mi lady, prepárate por que no te voy a soltar hasta que tus poros sangren de tristeza. Te voy a quitar todo porque sé tus secretos, pero ante todo, porque me dejaste cuando más te amaba...

S