2009-02-21

Agua de sal

Inhalo, pero no es oxígeno, es algo más; un tibio regocijo que recorre mi sangre y se cuela en mi piel; una felicidad estúpida que se me antoja interminable.

Abro los ojos y la causa del placer se materializa, es el agua salada de las lágrimas que no pude derramar por ti durante estos meses.

Cada mañana, desde que te dejé, desde ese día en que pensé que mi vida había acabado, cada mañana al despertar era incapaz de demostrar mi dolor, cada mañana al despertar tenía que soportar un vacío que me oprimía el pecho y me cortaba la respiración.

Hoy es distinto. Siento la tibieza del dolor. Huelo la sal de las lágrimas que lloré en sueños. Escucho los latidos serenos de mi corazón.

Y mientras veo mi cama flotando en un mar salado, saboreo el resultado de la lluvia purificadora que brotó de mis ojos.

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