2009-02-11

El agua del mar

Me recuerdo perfectamente ese día, sola, tratando de pedirle a Dios, a la vida, que me dieran la oportunidad de llegar al otro lado del mar, para después regresar y romper con el dicho que dicen de que "nadie es profeta en su propia tierra", le pedí al agua, al cielo, a la tierra, al aire.

Mis pies caminaban por la playa enmugrecida por unos turistas provenientes del DF, y por algunos habitantes de la región.

Recuerdo perfectamente como mis pies se hundían en la arena cuando el agua del mar me alcanzaba, esa sensación mágica, los dedos enterrados en la arena cuando el agua llegaba hasta mis tobillos, esa agua tibia, fresca, que hace que la arena se sienta fria. Era un día nublado, sin embargo la humedad hacía sentir un calor abrumador.

Mientras pedía por irme de ahí para crecer, trataba de dejar también ahí el miedo que me daba hacerlo, pedía por que fuera la mejor opción, pedía por estar del otro lado del mar, añorando aquel momento, en donde toda la gente que quiero estaba de mi lado.

Esa agua, de ese mar, me atraparon en éste lado de la playa, ahora, habitando en la montaña, me gusta recordar como el agua del mar hacía que mis pies se enterraran en la arena, arraigándome a este lugar.

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