2009-06-06

Querido S

Morir no es soltar. Pero no es algo que tú puedas entender. Siempre que hablábamos de la muerte, imaginaba la tuya; y justo cuando dormías, la palidez y la tranquilidad de tus labios me desconsolaban, pensaba entonces que si murieras jamás podría separarme de ti. Me aguantaba la furia y dormía a tu lado.

También te odio, como aguantar tu egoísmo, tu desdén de macho a quien nadie lo merece. Eras un niño triste y por eso cruel. Fueron tus ojos, siempre perdidos, apartados de este mundo los que me hicieron saber que tenías que ser mío, pero jamás pude ser tuya y no se te ocurrió que tenías que irte. Te quedaste a vaciar tu idea de amor, tu rabiosa hombría dentro de mí, y eso no podía soportarlo, ésta es la explicación querido.

Sigues siendo el mismo, yo soy la misma y no me asustas. No escribas más. No hay nada que puedas quitarme porque estemos cerca o lejos ni el odio podrá unirnos.

M

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